sábado, 14 de marzo de 2020

¿Es correcto comulgar en la mano?





¿Es correcto comulgar en la mano?
Éste es un tema que se ha hecho muy controversial frente a la amenaza de un contagio masivo del coronavirus, por eso es fundamental que conozcamos cuál es la realidad respecto a recibir la Sagrada Comunión en la mano, en lugar de hacerlo en la boca, como acostumbramos en México.

¿Lo aprueba la Iglesia?
El papa Juan Pablo II en Dominicae Cenae, nos recuerda que «en algunos países se ha introducido el uso de la comunión en la mano. Esta práctica ha sido solicitada por algunas Conferencias Episcopales y ha obtenido la aprobación de la Sede Apostólica» (n. 11). Por tanto, sí está permitido cuando la Conferencia Episcopal, así lo solicita. Ahora bien, recordemos que en la Arquidiócesis Primada de México y en otras diócesis se han implementado acciones ante el primer caso de COVID-19 (mejor conocido como coronavirus), lo cual quiere decir que es una medida de prevención, no una disposición permanente.
Además, la comunión en la mano no es una práctica nueva, pues durante varios siglos la comunidad cristiana mantuvo con naturalidad la costumbre de recibir el pan eucarístico en la mano. Jesús en la Última Cena, parte el Pan y se los da a sus discípulos, no en la boca, sino en las manos.
El primer documento de la Santa Sede que habla específicamente de la comunión en la mano es la Instrucción Memoriale Domini, de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, 29 de mayo de 1969; más tarde, la Instrucción Immensae caritatis, 29 de enero de 1973; el Ritual de la sagrada comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la misa, y una carta del 3 de abril de 1985, publicada por la Congregación para el Culto divino en la que se expresan las condiciones para dicha práctica.
Por su parte, la Institutio Generalis Missalis Romani, recogiendo las normas antedichas, manda lo siguiente: «…la Comunión se recibe en la boca, pero, donde sea concedido (por la Conferencia Episcopal), puede el fiel, a elección, comulgar recibiendo la hostia en la mano. En cambio, cuando la Comunión se recibe “por intinción” (esto es, bajo ambas especies, mojando la hostia en el Cáliz), obviamente, sólo puede recibirse en la boca» (cf. IGMR, 287).

¿Es un sacrilegio comulgar en la mano?
Definitivamente NO. Recordemos que el mismo Cristo fue el que concedió a sus ministros el poder de «atar y desatar» (cf. Mt 16, 19), términos que, en tiempos de Jesús, significan el poder de regir, de administrar, gobernar el Pueblo de Dios. Si la Iglesia, presidida por el Papa, ha concedido esta facultad de comulgar en la mano, es deber de los fieles acogerla y no atacarla. Esto salvaguardando el derecho de los fieles a decidir si la quieren recibir así, como se explicará más adelante.
Al respecto recordemos el siguiente episodio evangélico: «Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen: “¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los antepasados?; pues no se lavan las manos a la hora de comer”» (Mt 15, 1-2)
La respuesta de Jesucristo, ante lo que decían los fariseos, fue sumamente fuerte, pues los llamó «hipócritas», ya que se fijaban en los detalles exteriores, «… pero su corazón está lejos de mí» (v. 8).
De manera semejante, se ha encendido hoy la polémica sobre la Comunión en la mano, olvidándose que lo más importante es recibir a Cristo Eucaristía. «Pero la mano no es digna de recibir la Sagrada Comunión», se argumenta. ¿Y la boca sí lo es? Tampoco. Entonces, ¿ya no hay que recibir la Comunión porque somos indignos? Cristo lo sabe y aun así se quiso quedar en este Sacramento admirable. Aquí lo realmente importante es recibir CON SUMA REVERENCIA a Jesús, vivo y presente en la Eucaristía.
El relato evangélico continúa diciendo: «No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre», refiriéndose a las intenciones del corazón; es decir, si tú te acercas a comulgar con todo AMOR y PIEDAD, la forma de recibirla es lo de menos. Claro que hay que tener sumo cuidado, pero no centrar tanto la atención en esto, que se olvide lo central. Hay quienes exteriormente se arrodillan, pero su testimonio de vida es incongruente con el acto que realizan.
Al final de la escena mencionada, le advierten a Jesús sus discípulos: «¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?». Pero a Jesús no le importa quedar bien con nadie. Él viene a anunciar la verdad y a dar a conocer la voluntad del Padre.

La mano como un trono
La costumbre de recibir la comunión en la mano cuenta con testimonios numerosos de diversas zonas de la Iglesia: África, Oriente, España, Roma, Milán... Como el de Tertuliano, en su tratado sobre la idolatría, en que se queja de que algunos puedan con la misma mano recibir al Señor y luego acercarse a los ídolos; él comenta que estas manos «son dignas de ser cortadas»
El más famoso de estos testimonios es el documento de San Cirilo de Jerusalén, en el siglo IV, que en sus Catequesis sobre la Eucaristía nos describe cómo se acercaban los cristianos a la comunión: «cuando te acerques a recibir el Cuerpo del Señor, no te acerques con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu derecha, donde se sentará el Rey. Con la cavidad de la mano recibe el Cuerpo de Cristo y responde: Amén”». También existen pinturas y relieves de la época que reflejan esta costumbre de recibir la comunión en la mano extendida. 

¿Cuáles son los riesgos?
Ciertamente, la Comunión en la mano comporta ciertos riesgos, que demandan un mayor cuidado de cada uno de quienes la reciben, pero especialmente de quien la da. Advierte el papa Juan Pablo II: «…llegan voces sobre casos de faltas deplorables de respeto a las Especies eucarísticas, faltas que gravan no sólo sobre las personas culpables de tal comportamiento, sino también sobre los Pastores de la Iglesia, que hayan sido menos vigilantes sobre el comportamiento de los fieles hacia la Eucaristía» (Dominicae Cenae, 11).
Por tanto, ya sea que se comulgue en la boca o en la mano, SIEMPRE se ha de tener profundo respecto y REVERENCIA al Santísimo Sacramento, pues es Cristo mismo presente en las especies del pan y del vino. Lo anterior conforme al Código de Derecho Canónico: «Tributen los fieles la máxima veneracón a la santísima Eucaristía, tomando parte activa en la celebración del Sacrificio augustísimo, recibiendo este sacramento frecuentemente y con mucha devoción, y dándole culto con suma adoración; los pastores de almas, al exponer la doctrina sobre este sacramento, inculquen diligentemente a los fieles esta obligación» (CIC, 898).

Objeciones contra la Comunión en la mano
En ocasiones, tienen lugar discusiones infructuosas sobre cómo deben los fieles recibir la sagrada Comunión: de pie o de rodillas, en la boca o en las manos. Discusiones que, seguramente, han de buscar una mejor práctica sacramental, pero que, tristemente, muestran una peligrosa instrumentalización de algo tan sagrado, como se meditó en la cita bíblica anteriormente expuesta. Es terrible que se utilice la Comunión para dividir, lo cual contradice totalmente lo que Cristo instituyó: el Sacramento de la unidad, del cual todos nos alimentamos para ser uno en el Señor.

a)    Uno de los argumentos de polémica que ha logrado dividir al Pueblo de Dios, es el de decir que los fragmentos de la Sagrada Eucaristía quedan en la mano o esparcidos por el suelo. Esto no tiene por qué suceder si quien da y recibe la Comunión tiene el debido cuidado. Además, los encargados de preparar los dones del pan y el vino han de tener sumo cuidado en que las hostias SIN consagrar se encuentren en buen estado y de cernirlas, de ser necesario.
b)   Otro de los argumentos, es el peligro de profanación. Para evitar esto, los fieles deben comulgar a la vista del ministro y no avanzar con la comunión. Se recomienda que en cada parroquia haya personas encargadas de vigilar que la Sagrada Eucaristía se consuma en el momento. En caso extremo, advierte la Dominicae Cenae: «si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano».
c)    En tercer lugar, se dice que se debe comulgar en la boca por reverencia al Sacramento. Sin embargo, en la santa Tradición y en la misma Escritura no se encuentra esta práctica generalizada. Predicaban los Padres de la Iglesia: «Honremos el Cuerpo de Cristo con toda pureza espiritual y corporal. Lleguémonos a él con ardiente deseo y, PONIENDO LAS PALMAS DE LAS MANOS EN FORMA DE CRUZ, recibamos el cuerpo del Crucificado» (S. VIII, S. Juan Damasceno, De fide orthodoxa, L. 4, C. 13).

¿Y si quiero comulgar en la boca?
Si aun sabiendo que es correcto comulgar en la mano –siempre y cuando se haga con el debido RESPETO y en actitud de ADORACIÓN–, alguien quiere comulgar en la boca, lo puede hacer. La Iglesia como Madre amorosa, no quiere privar del alimento espiritual a ninguno de sus hijos, por lo cual enseña que: «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos» (CIC 843 § 1). Esto se aplica concretamente a la Eucaristía cuando se dice, por ejemplo, que «no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie» (Redemptionis sacramentum, 91). Y específicamente, en el n. 92 del mismo documento, se dice que «todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca…»
Sin embargo, la obediencia a las autoridades eclesiásticas es propio del católico, y realmente no hay razones para desobedecer. Además, debo ser consciente que no sólo pongo en riesgo mi salud, sino la de otros, lo cual sería una falta de caridad. El problema no es la Comunión en sí, sino que, en el momento de darla en la boca, siempre se corre el riesgo de contagio, pues el COVID19 se trasmite generalmente por vía respiratoria, a través de las gotitas que las personas producimos cuando tosemos, estornudamos o hablamos. Así, si el dedo rosara con la lengua de una persona infectada, esto puede ser fuente de contagio para las que comulguen después.
Por tanto, para comulgar con mayor CONCIENCIA y AMOR, atendiendo a las indicaciones de la autoridad eclesiástica correspondiente, independientemente de la forma, podemos realizar esta oración, antes de ir a comulgar, seguramente, nos ayudará a disponernos de una mejor manera:

¡Señor mío Jesucristo!, creo firmemente que voy a recibir tu Cuerpo, tu Sangre, tu Alma y tu Divinidad.
Espero, Señor, que ya que te das todo a mí, en la Eucaristía tendrás misericordia de mí y me otorgarás las gracias necesarias para mi salvación eterna.
Dios mío, te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y sobre todas las cosas.
¡Señor!, te adoro y te reconozco como mi Creador, Redentor y soberano Dueño.



1 comentario:

  1. Gracias por esta enseñanza lo leí cuando salió y estoy releyendo para comprender me ayudó mucho Dios bendiga y siga dando frutos a los MSP y HMSP,
    🙏

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